Por increíble que parezca, sobrevivimos a este 2020! Y ese simple hecho ya es motivo de festejo, por lo menos así lo parece para mí. Se trató no nada más de sobrevivir sino de conservar el empleo, la salud emocional por el drástico cambio en el estilo de vida, de re aprender a hacer las cosas ahora desde casa, y cosas que solíamos hacer en grupo o en familia como frecuentar lugares o simple y sencillamente ir al super mercado acompañados, ahora aprendimos a hacerlo solos. Nos dimos cuenta de que podemos vivir gastando menos dinero, y que no somos la especie super poderosa que solíamos pensar que éramos, y que un depredador más grande que nosotros no siempre es el más peligroso.
En verdad que ha sido un año inolvidable en muchos sentidos de la palabra, no necesariamente malo pero si inolvidable. El próximo año justo en los últimos días de diciembre que esté escribiendo este artículo (si así lo quiere Dios), espero estar haciendo una reflexión más tranquila del año transcurrido, una menos estresante porque hoy me siento nostálgica de los que ya no están y los están por trascender, que no han logrado librar la batalla, de aquellos que perdieron su fuente de trabajo, su pareja, su familia y hasta sus sueños. Todo indica que nada será como era antes, pero no me desanimo porque aprendí a disfrutar más con menos y a darle más valor a las cosas simples que a las sofisticadas. Tal vez los proyectos de viajes largos y construcciones sofisticadas de los sueños tendrán que tomar otras formas, tal vez ahora tengamos que construir momentos inolvidables entre cuatro paredes con quien esté al lado de nosotros, así sea dos o tres personas, gatos o sillas. Creo que muchos aprendimos a caernos cada vez mejor a nosotros mismos, a sacar el lado creativo y el amor por la paz y la tranquilidad que da estar en el encierro.
Este 2021 empieza con un sabor agridulce, dulce por el hecho de seguir aquí en el campo de batalla, y agrio por no saber a dónde nos estamos dirigiendo en este camino. Sin embargo me atrevo a especular que la tendencia es a volvernos más espirituales y menos materiales. Nos están obligando a regresar al principio básico del amor incondicional. A valorar los pequeños momentos en los que se es feliz de verdad con aquellas personas que son valiosas de verdad. Es por eso que quiero compartir contigo mis propósitos de este 2021. Primero quiero dejar de estar corriendo sin sentido, esa prisa por llegar a la meta cuando la única meta que existe es trascender, será mejor dedicarme con todo mi ser a cada momento para degustarlo y tatuarlo en mi memoria. Segundo, no tener espectativas, dejarme sorprender por la vida a cada instante, si no espero nada lo que llegue será mucho. Tercero, dejar de preocuparme de más por los demás, todos somos hijos de Dios y no necesita de mi ayuda, el puede solito, lo mejor es ocuparme y enfocarme en hacer lo que tengo que hacer que es ayudar a mis hermanos en lo que yo pueda y hacer mucha oración. Cuarto, leer más y dormir menos. Quinto, escribir más y hablar menos. Sexto, escuchar más y pensar menos, solo escuchar y amar lo que esté escuchando; Y por último, mi propósito número siete (cabalístico) irme a dormir cada noche en gratitud por ese día.
Deseo de todo corazón que este 2020 te haya permitido estar aquí leyendo esto y que festejes la llegada de este 2021, que aún en la naturaleza de caos en la que estamos, seguro vendrá con un nuevo amanecer.
Con amor: Anna Azuara